Carta abierta a la
Ministra de Educación.
(Abierta
especialmente para todos los maestros, maestras y padres de alumnos)
Quisiera empezar presumiendo de ser un padre
que se preocupa por la coeducación de su hija, pero como padre soltero he de
decir que hago lo que buenamente puedo los fines de semana o en algún periodo
vacacional.
Escuche hablar del viernes de moda el año
pasado cuando en ministro de turno se defendía de ciertas acusaciones en un
programa de radio en el que nadie habló de corrupción. Como imagino que no
todos los lectores saben de qué se trata les explicaré por encima. A pesar de
que el Ministerio de Educación deja de ejecutar muchos millones de colones de
sus presupuestos anuales, para nadie es un secreto las penurias con que se
empiezan los cursos lectivos en las escuelas públicas. Esas limitaciones han
llevado a muchos directores de escuelas y tal vez también a los padres, a
imaginar actividades con que cubrir los gastos más apremiantes. Entre estas a
alguien quizás con la mejor buena fe, se le ocurrió el Viernes de Moda.
En su momento el Ministerio de Educación se
decidió con buenos argumentos por la obligatoriedad del uniforme para todos los
alumnos de las escuelas públicas reglamentando las formas, colores y medidas de
los mismos, para su uso en los días lectivos. Entonces los alumnos que quieran
vestir a la moda ese último día de la semana, lo pueden hacer por una módica
cifra, entre cien y trescientos colones, dependiendo de cada escuela,
recaudando así montos destinados a los gastos más urgentes. Esa seria a grandes
rasgos la explicación.
Aquel fin de semana, no contento con las
preguntas de la periodista ni con las respuestas del ministro, dediqué mi
tiempo a hablarle a mi hija de la corrupción, con los ejemplos sobrados que nos
rodeaban y al final le pedí que me hiciera una redacción, no escrita “que
pereza”, con el título de: “Mi primer soborno” una nada inocente trampa para
hacerla reflexionar.
Enseguida creyó acertar, en que la compra de
un examen de mate, había sido su primer soborno hacía apenas unos meses, pero
insistí. Le di la pista de que era uno que cometía todas las semanas y siempre
el mismo día. ¿Un día de clases? Preguntó. Sí. ¿Los viernes? Volvió a preguntar
casi afirmando. Mi respuesta positiva hizo que se le cayera la peseta. Me dijo
entonces que pagar cien colones para vestirse como quisiera, era su primer acto
de corrupción. Yo matice su respuesta aclarando que se trataba de pagar cien
colones para no llevar su uniforme, que aunque la misma cosa, era algo bien
distinto.
Soborno
s. m.
-
Ofrecimiento de dinero u objetos de valor a una persona para conseguir un favor
o beneficio, especialmente si es injusto o ilegal, o para que no cumpla con una
determinada obligación. (http://es.thefreedictionary.com)
La definición de un diccionario escolar es
bien clara y no deja lugar para hablar de exageraciones. Es o no es. Tal vez los
creadores del Viernes de Moda, no pensaron en esto, pero deberían haber pensado
en las razones que en su momento llevaron a los jerarcas del ministerio a
implantar la obligatoriedad. Se trataba entre otras cosas de eliminar la
discriminación por razones económicas entre niños bien y mal vestidos. Llegar
varios viernes a la escuela de mi hija y a otras más cercanas, me sirvió para
comprobar que en algunas de ellas, eran
más de la mitad de los alumnos los que iban con uniforme, dejando clara y
evidente la discriminación entre los que podían o no podían pagar ese módico
soborno.
Ningún delincuente empieza su carrera
atracando un banco, tal vez su primer robo es un insignificante confite en una
pulpería. El drogadicto más degradado no empieza por una inyección intravenosa,
tal vez le robo una calada al cigarrillo de su padre.
¿Puede parecer una exageración pensar que el
Viernes de Moda es un soborno en un país donde un Ministro de Hacienda es un
probado defraudador fiscal? ¿No parece un proceso lógico? Como le explicaba a
mi hija, uno empieza pagando cien por no llevar el uniforme, sigue comprando
como ella un examen de mate por quinientos, le compra el campo a un coyote en
Migración o una cita en el Ebais, por tres rojos, compra una entrada de reventa
casi por el doble de su precio, le da al “transito” la mitad del exagerado
parte que le va a poner, le echa a un aforador del aduanas un monto que casi
pasa la mitad que pagaría por la declaración de las mercancías importadas.
¿Deberíamos hablar de los jueces? Pues sí,
porque el asunto llegó a la Sala Cuarta. Pero llegó siguiendo el debido
proceso. En un principio, hablé con el Director de la escuela, y este
razonablemente a finales del curso pasado, suspendió el Viernes de Moda en su
escuela. Después de este triunfo, le argumenté al Ministro Garnier con los
razonamientos citados en esta carta, pero hizo caso omiso a mí misiva,
ignorando el silencio administrativo, y por último llegué a la Sala
Constitucional, apelando al derecho a la no discriminación en que precisamente
se basa la ley que decreta la obligatoriedad del uniforme. Bebió ser una papa
templada porque fue acogido y tardaron
meses en tomar una resolución. Salomónicamente los magistrados se salieron por
la tangente, alegando el derecho a la autonomía que tenían los directores de
escuela para tomar estas directrices, imagino yo que con independencia de que
estas, vulneren o no los derechos de los alumnos, y así nos luce el pelo.
Dada la imposibilidad legal de seguir
“jodiendo” por los cauces formales, apelo a usted como nueva Ministra de
Educación de un gobierno que apostó sobre todo por un cambio ético, para que
sin inmiscuirse en esa autonomía de los directores de escuela, pueda
convencerles de que renuncien a esa práctica insana. Porque es con esos
pequeños pasos como se empiezan a recorrer los grandes caminos.