domingo, 17 de agosto de 2014

Viernes de Moda.



Carta abierta a la Ministra de Educación.

(Abierta especialmente para todos los maestros, maestras y padres de alumnos)
 


   Quisiera empezar presumiendo de ser un padre que se preocupa por la coeducación de su hija, pero como padre soltero he de decir que hago lo que buenamente puedo los fines de semana o en algún periodo vacacional.

   Escuche hablar del viernes de moda el año pasado cuando en ministro de turno se defendía de ciertas acusaciones en un programa de radio en el que nadie habló de corrupción. Como imagino que no todos los lectores saben de qué se trata les explicaré por encima. A pesar de que el Ministerio de Educación deja de ejecutar muchos millones de colones de sus presupuestos anuales, para nadie es un secreto las penurias con que se empiezan los cursos lectivos en las escuelas públicas. Esas limitaciones han llevado a muchos directores de escuelas y tal vez también a los padres, a imaginar actividades con que cubrir los gastos más apremiantes. Entre estas a alguien quizás con la mejor buena fe, se le ocurrió el Viernes de Moda.

   En su momento el Ministerio de Educación se decidió con buenos argumentos por la obligatoriedad del uniforme para todos los alumnos de las escuelas públicas reglamentando las formas, colores y medidas de los mismos, para su uso en los días lectivos. Entonces los alumnos que quieran vestir a la moda ese último día de la semana, lo pueden hacer por una módica cifra, entre cien y trescientos colones, dependiendo de cada escuela, recaudando así montos destinados a los gastos más urgentes. Esa seria a grandes rasgos la explicación.

   Aquel fin de semana, no contento con las preguntas de la periodista ni con las respuestas del ministro, dediqué mi tiempo a hablarle a mi hija de la corrupción, con los ejemplos sobrados que nos rodeaban y al final le pedí que me hiciera una redacción, no escrita “que pereza”, con el título de: “Mi primer soborno” una nada inocente trampa para hacerla reflexionar.

   Enseguida creyó acertar, en que la compra de un examen de mate, había sido su primer soborno hacía apenas unos meses, pero insistí. Le di la pista de que era uno que cometía todas las semanas y siempre el mismo día. ¿Un día de clases? Preguntó. Sí. ¿Los viernes? Volvió a preguntar casi afirmando. Mi respuesta positiva hizo que se le cayera la peseta. Me dijo entonces que pagar cien colones para vestirse como quisiera, era su primer acto de corrupción. Yo matice su respuesta aclarando que se trataba de pagar cien colones para no llevar su uniforme, que aunque la misma cosa, era algo bien distinto.

Soborno s. m.
- Ofrecimiento de dinero u objetos de valor a una persona para conseguir un favor o beneficio, especialmente si es injusto o ilegal, o para que no cumpla con una determinada obligación. (http://es.thefreedictionary.com)

   La definición de un diccionario escolar es bien clara y no deja lugar para hablar de exageraciones. Es o no es. Tal vez los creadores del Viernes de Moda, no pensaron en esto, pero deberían haber pensado en las razones que en su momento llevaron a los jerarcas del ministerio a implantar la obligatoriedad. Se trataba entre otras cosas de eliminar la discriminación por razones económicas entre niños bien y mal vestidos. Llegar varios viernes a la escuela de mi hija y a otras más cercanas, me sirvió para comprobar  que en algunas de ellas, eran más de la mitad de los alumnos los que iban con uniforme, dejando clara y evidente la discriminación entre los que podían o no podían pagar ese módico soborno.

   Ningún delincuente empieza su carrera atracando un banco, tal vez su primer robo es un insignificante confite en una pulpería. El drogadicto más degradado no empieza por una inyección intravenosa, tal vez le robo una calada al cigarrillo de su padre.

   ¿Puede parecer una exageración pensar que el Viernes de Moda es un soborno en un país donde un Ministro de Hacienda es un probado defraudador fiscal? ¿No parece un proceso lógico? Como le explicaba a mi hija, uno empieza pagando cien por no llevar el uniforme, sigue comprando como ella un examen de mate por quinientos, le compra el campo a un coyote en Migración o una cita en el Ebais, por tres rojos, compra una entrada de reventa casi por el doble de su precio, le da al “transito” la mitad del exagerado parte que le va a poner, le echa a un aforador del aduanas un monto que casi pasa la mitad que pagaría por la declaración de las mercancías importadas. 

   ¿Deberíamos hablar de los jueces? Pues sí, porque el asunto llegó a la Sala Cuarta. Pero llegó siguiendo el debido proceso. En un principio, hablé con el Director de la escuela, y este razonablemente a finales del curso pasado, suspendió el Viernes de Moda en su escuela. Después de este triunfo, le argumenté al Ministro Garnier con los razonamientos citados en esta carta, pero hizo caso omiso a mí misiva, ignorando el silencio administrativo, y por último llegué a la Sala Constitucional, apelando al derecho a la no discriminación en que precisamente se basa la ley que decreta la obligatoriedad del uniforme. Bebió ser una papa templada porque fue  acogido y tardaron meses en tomar una resolución. Salomónicamente los magistrados se salieron por la tangente, alegando el derecho a la autonomía que tenían los directores de escuela para tomar estas directrices, imagino yo que con independencia de que estas, vulneren o no los derechos de los alumnos, y así nos luce el pelo.

   Dada la imposibilidad legal de seguir “jodiendo” por los cauces formales, apelo a usted como nueva Ministra de Educación de un gobierno que apostó sobre todo por un cambio ético, para que sin inmiscuirse en esa autonomía de los directores de escuela, pueda convencerles de que renuncien a esa práctica insana. Porque es con esos pequeños pasos como se empiezan a recorrer los grandes caminos.