sábado, 27 de junio de 2015

Libertad para limpiarse el culo*








Pareciera increíble pero una de las cosas más importantes que hemos logrado en estos miles de años de civilización, es algo tan sencillo como un rollo de papel higiénico. Si a cualquiera le piden que enumeré las posesiones más queridas que alberga en su hogar, es probable que se olvide del. Pero también es seguro que si le privan a usted de uno solo de esos objetos materiales, su vida seguiría como si tal. No así si le quitan el papel higiénico. 


Haga memoria, seguro que en alguna ocasión, en pleno proceso de evacuación, se dio cuenta que el rollito estaba acabado, si no es usted un pandereta, seguro que se le escapo una conocida blasfemia, y después la obcecación mental, sobre todo si en ese momento esta evacuando en cancha contraria.

Los estrategas de las guerras económicas lo saben y por eso le dan al papel, el papel que se merece. En los manuales de las agencias pertinentes que organizan esos conflictos, en el capítulo de organización de la escasez, el papel higiénico está por encima de los alimentos. Así ocurrió en el Chile de Allende y ocurre ahora en la Venezuela post-chavista. Es inimaginable creer que una economía como la venezolana sea incapaz de producir el papel que sus ciudadanos necesitan, el papel está y los enemigos del proceso democrático revolucionario que son entre otros los productores y distribuidores del mismo, se afanan por desviarlo de los comercios hacia el mercado negro donde nunca falta y su valor se multiplica.

Han pasado muchos años desde el derrocamiento de Salvador Allende y los manuales de guerra económica se han perfeccionado. En aquel entonces muchos empresarios chilenos estuvieron perdiendo cuantiosas sumas de dinero y lo hicieron con gusto con tal de librarse del enemigo, hoy los enemigos del chavismo están teniendo pingues beneficios mientras participan en esa guerra de acoso y derribo. Es tan lucrativo el negocio de acaparar productos de primera necesidad haciendo colas para luego revenderlo en el mercado negro que incluso circulan por las ciudades, volantes donde explican el modo de proceder y al final muchos venezolanos por razones económicas participan no de la conspiración sino del negocio. Este “bachaqueo” que así le llaman en Venezuela alcanza magnitudes exorbitantes en las zonas fronterizas con Colombia y más temprano que tarde ahora que se ha puesto fecha a las elecciones, dicha frontera no tendrán más remedio que cerrarla.

Lo dicho, cerrando el círculo, esta sociedad de consumo capitalista nos ha legado la excelsa libertad de limpiarnos el culo perfumada y placenteramente *. 

* Que malacrianza, llamar a las cosas por su nombre como si fuera Camilo José Cela
* Y dale con la malacrianza.