martes, 28 de julio de 2015

“MATEN AL MENSAJERO”



(Elegía a Laura de América)




Quien me lo iba a decir a mí, a estas alturas saliendo en defensa del periodismo canalla de Laura Bozzo. Y si lo hago es porque en México suenan tambores de guerra pidiendo su deportación.
Por supuesto que recuerdo la primera vez que vi el programa desde tierras peruanas, el original como quien dice, y recuerdo el desagrado que me causó. Pensé que era de muy mal gusto regodearse con la vulgaridad de los más desposeídos que ventilaban ante las cámaras sus pleitos de barriada, posiblemente pagados con míseras monedas.
Que ha cambiado desde entonces, además de la ubicación geográfica. Tal vez sea mi concepto del otro periodismo, el que uno creía serio y responsable y que dejada muy atrás la ingenuidad considero ahora tan canalla y por supuesto mucho más pernicioso.
El concepto de “reality show” se ha hecho mucho más familiar y parece inundar los programas televisivos, amalgamándose impertinentemente con los programas de noticias, los de opinión y por supuesto los deportivos.
Estamos tan acostumbrados a los “realitys” de protagonistas con cuerpos siliconados, jóvenes y bronceados, que cuando vemos entrar en nuestros hogares a esa masa de desarrapados, no podemos ocultar nuestra aversión. Como si ellos no tuvieran derecho a sus realitys de corazones descarnados.
Los de abajo, o los de más abajo, aparecen ante nuestros ojos derrochando una vulgaridad que nos resulta ofensiva. Una miseria humana que preferiríamos ignorar.
Pero quienes son, de donde salen, porque nos resultan tan ajenos, que sentimientos remueven en nuestro interior, en nuestras buenas conciencias que nos llevan a firmar una petición para que la cadena de turno remueva el show de la programación, con lo sencillo que sería cambiar de canal.
No creo que sea una cuestión xenófoba, al fin y al cabo también en Perú eran miles los que denostaban el programa. Parece que hay algo más, tal vez una vergüenza interior, un sentimiento de culpa.
Y es que es verdad. Deberíamos sentirnos avergonzados de vivir en una sociedad donde el prójimo, a ese que nos dicen que debemos amar, nos resulta tan distante como desagradable. Y que inconscientemente, sabemos tan necesario.
Porque esa masa vulgar, ignorante, estrafalaria promiscua y miserable no es otra cosa que el lumpenproletariado que definiera la doctrina marxista. Son los excluidos del sistema capitalista pero una parte intrínseca del mismo. Una parte imprescindible de nuestro bienestar. De ahí salen los delincuentes, es cierto, pero también las empleadas domésticas, las niñeras, los guardas de seguridad, el cuidacarros, la planchadora, el peón, el misceláneo y tantos otros trabajadores informales que sin salario, seguro o prestaciones, están ahí para servirnos por unas monedas, lo que sea nuestra voluntad. Y más importante aún, son el ejército de reserva de la economía capitalista que regula a la baja el monto de los salarios.
En esta primera década del siglo, cuando vemos que el aumento de la desigualdad se acrecienta de forma progresiva, marcando una tendencia que parece inevitable, ese lumpen que se vanagloria de sus pequeñas miserias ante las cámaras de la televisión mexicana parece estar condenado a crecer de manera perpetua.
En esta cultura económica del ganar-ganar, el programa es un fiel reflejo de los tiempos. Gana el dueño de la cadena, gana la directora del programa y ganan los participantes de la refriega.
De nada sirve esconder la cabeza como el avestruz para ocultar la realidad. Y lo único que hace Laura Bozzo es poner ante nuestros ojos un espejo que nos refleja la realidad que no queremos ver. La de México como la de cualquier otro país. De nada sirve romper el espejo y de nada matar al mensajero.

Gracias Laura por avergonzarnos.





Hermosa imagen aérea del fotógrafo Pablo López Luz que retrata el hormiguero humano de la periferia del Distrito Federal.